Elegías del remolino es una compilación de poemas realizada por Eduardo Villegas y Felix Cardoso, quienes solicitaron a sus amigos que escribieran sobre sus difuntos. Los poetas respondieron con una sinceridad apabullante. Abel S. Badillo expresa que no quiere pensar en el ser ausente, porque está ocupado llorándole; Antonio Carrillo esgrime la memoria como un antídoto para la muerte; Felix Cardoso describe remolinos de nostalgia carcomiendo nuestros poros; Daniel Cravioto denuncia que la catrina tiene amigos haraganes que encienden panteones; Enrique Dimas se asoma a los recuerdos y se consume entre sus llamas; Edgar Escobedo Quijano se raja el pecho y nos permite vislumbrar los últimos crepúsculos de su madre; Erika Flores García, aunque le sobran alas al despuntar el alba, se asienta en valles impregnados de nostalgia; el desconcierto de Estela Guerra Garnica, adquiere voz en lamentos ajenos; los afectos, dice Martha Lujano Valenzuela, también transitan a mejor vida;  María Rita Mata Moncada, expresa que, donde está la vida, la muerte nos va tomando de la mano. Manuel Pérez-Petit nos recuerda que el miedo al vacío de las despedidas, son sólo palabras. Quizá por eso, al ver la lentitud de su derrumbe, Rolando Rosas Galicia decide arrancar de cuajo la palabra sombra de su vocabulario. No obstante, señala Roberto Sanabria, siempre quedan señales inconclusas de la vida; junto con Alex Sanciprián, sabemos que, a pesar de las ausencias, las estrellas y el mar siguen su encomienda; Mercedes Varela es concluyente: la muerte está invitada al festejo de la vida.Ahí comemos vivos y muertos desde que inicia el banquete. Ates de guardar silencio; reitero que  aquí no callamos el dolor de nuestras muertes.
Eduardo Villegas Guevara