Abrazos rotos de Mercedes Varela es un formidable museo sentimental de la vida cotidiana de una mujer excepcional; alguien que vive con los ojos y con el corazón muy abiertos. Sus latidos contienen la dosis exacta de la feracidad del trópico. Hay un mar inconfundible en sus palabras y por esos sus versos se mecen en sintonía con las añoranzas de la luna. Cuando se camina a su lado, llegamos a una calle sufrida que nos atraviesa el insomnio. También están las sombras que carcomen nuestras alegrías. Ante ello, la poeta levanta un muro de esperanza a base de libros. Porque han de saber que su casa es un nicho de palabras. Ahí están, contenidas y consentidas, en esos ejemplares que nos comparte para que nuestro hogar no se derrumbe ante los ventarrones de lobos insanos. Cuando alguien anuncia la destrucción, sus poemas llegan con la certeza de que siempre tendremos el ingenio para abrazar al prójimo. Y así, en esos abrazos verdaderos, cada uno de los cachitos en que nuestro cuerpo haya caído, se sentirán nuevamente vivos y unidos. Si alguien lleva por alto la bandera la esperanza es Mercedes Varela: una poeta que no ha permitido que la belleza ni el aroma del pan recién horneado se alejen de su existencia. Por eso es digno de admirar la certeza que nos comparte: En medio de la desolación que el mundo se permite, anteponer el canto para que nuestra voz se armonice con todas las cosas buenas del universo.
Eduardo Villegas Guevara